La sección de Bellas Artes en el Museo de Burgos

El Museo de Burgos, un gran desconocido, tiene su origen en las leyes desamortizadores del siglo XIX y la labor de la Comisión Provincial de Desamortización, que fue la que comenzó a reunir, catalogar y custodiar todos los bienes artísticos procedentes de iglesias conventos y monasterios burgaleses desamortizados. En un artículo aparte ya hemos hablado de su génesis y de la sección dedicada a la Arqueología y ahora nos toca darnos un paseo por la de Bellas Artes, con múltiples y emocionantes sorpresas.

Sala del museo dedicada a los siglos XV y XVI

Esta sección ocupa la Casa de Íñigo Angulo, levantada por Juan de Vallejo por orden de don Lope Hurtado de Mendoza también a mediados del siglo XVI, lo mismo que la vecina Casa Miranda, y adquirida por Íñigo Angulo hacia 1775, de ahí su nombre. Presenta planta rectangular y dos torreones cuadrangulares a los lados. Las fachadas también son de sillería en la planta baja y ladrillo en el resto de pisos.

Lo mismo que la Casa Miranda, la fachada principal también abre a la calle Calera, con portada en arco de medio punto flanqueada por columnas sobre pilastras decorada con motivos figurados y vegetales y animales fantásticos, destacando, sobre todo, el escudo familiar con dos tenantes barbados flanqueados por dos leones. Las ventanas de la planta baja muestran decoración similar.

Fachada de la Casa de Íñigo Angulo a la calle Calera

Detalle de la labor escultórica de la portada de la Casa de Íñigo Angulo

Ventana sobre la portada

Su interior fue completamente remodelado en la década de 1980 para destinarlo a la sección de Bellas Artes, que se divide en nueve salas distribuidas en cinco plantas.

Comienza con las manifestaciones más antiguas de la Alta Edad Media, algunas piezas mozárabes, muy escasas en Burgos, como un cimacio, una tapa de sarcófago procedentes del monasterio de Valeránica, dinteles de ventana, una ventana geminada de la iglesia de Valmayor de Cuesta Urria o distintas estelas sepulcrales.

Piezas mozárabes

A continuación nos encontramos con la sala dedicada al románico. Inmediatamente nos llama la atención el Frontal de Silos, fechado entre 1165-1170 y que revistió el sepulcro de Santo Domingo de Silos, una impresionante obra con cuerpo de roble cubierto de placas de cobre dorado y esmaltado en el que destacan las distintas tonalidades de azules y verdes para representar la Maiestas Domini, Cristo en Majestad en mandorla acompañado del Tetramorfos, flanqueado por seis apóstoles a cada lado bajo una arquería sobre la que discurre una arquitectura ideal que hace alusión a la Jerusalén celeste.

Frontal de Silos

En esta sala también se expone una Arqueta de esmalte de Limoges fechada en el siglo XII y de nuevo procedente del monasterio de Silos, lo mismo que la denominada Arqueta de Silos, una preciosa pieza formada por placas de marfil con motivos cinegéticos, atauriques y animales afrontados, una obra realizada en un taller hispanomusulmán conquense en 1026, según una inscripción en caracteres cúficos, y a la que en el siglo XII, en el propio taller del monasterio de Silos, se le añadieron dos placas de cobre doradas y esmaltadas con el Agnus Dei y Santo Domingo de Silos entre dos ángeles, muy probablemente para destinarla a albergar las reliquias del santo.

Arqueta de esmalte de Limoges procedente de Silos

Arqueta de Silos, con placas de marfil y guarnecida con esmaltes

Detalle de la Arqueta de Silos

El Estuche de marfil del siglo X, realizado sobre un colmillo, procede de los talleres de Madinat Al-Zhara en Córdoba, realizado para una hija de Abd al-Rahman III según la inscripción cúfica que presenta. Cuenta con cinco oquedades semiesféricas a cada lado y los espacios libres están ricamente decorados con ataurique. Procede también de Santo Domingo de Silos.

Estuche de marfil del siglo X

La Virgen de las Batallas, procedente del monasterio de San Pedro de Arlanza y fechada en el siglo XIII, se expone en depósito, propiedad del Museo del Prado. Del tipo Trono de Sabiduría, está elaborada con bronce sobredorado con aplicaciones de esmalte y piedras preciosas.

Virgen de las Batallas

En esta zona también se exponen capiteles románicos y otros elementos arquitectónicos procedentes del monasterio de San Pedro de Arlanza, la iglesia de Santa Magdalena de Tardajos o el monasterio de San Juan de la Hoz de Cillaperlata.

Capiteles románicos

Las salas destinadas a los siglos XIV-XVI, una el antiguo zaguán de entrada del palacio y otra la contigua, que debía abrir a un patio, gracias a su capacidad y altura, acogen retablos y monumentos funerarios.

En el ámbito del zaguán lo primero que llama la atención son las tablas del Retablo del monasterio de San Pedro de Tejada, con pinturas fechadas hacia 1503-1506 realizadas por el monje benedictino fray Alonso de Zamora, también conocido como Maestro de Oña, y una talla de bulto del santo titular, todo ello colocado según la distribución que hubieran tenido si no se hubiera perdido el armazón del retablo.

Tablas del Retablo de San Pedro de Tejada

Otra de las obras más interesantes de esta sala es el Sepulcro de don Juan de Padilla, paje de Isabel la Católica muerto en la Guerra de Granada en 1491. Está realizado en alabastro, estuvo adosado a uno de los muros de la capilla mayor del monasterio jerónimo de Fresdelval y se considera una obra maestra de Gil de Siloe, que también trabaja en la Cartuja de Miraflores realizando los sepulcros de don Juan II y doña Isabel de Portugal y el del hijo de ambos, el infante don Alfonso, con el que presenta claras similitudes, con la misma forma de arcosolio entre pilares adosados cobijando un sepulcro sobre el que se dispone el difunto en actitud orante. La decoración combina tracerías tardogóticas con relieves ya renacentistas, como una destacada Piedad. En el frente del arca aparecen tres ángeles tenantes con los escudos de Padilla y Guzmán.

Sepulcro de don Juan de Padilla

Detalle del relieve con la Piedad

Los cuatro yacentes funerarios realizados en madera de nogal proceden de la desaparecida iglesia de la Natividad de Villasandino, muy deteriorados y casi ya sin policromía. Forman pareja un caballero y una dama y los otros dos son un caballero con su halcón y un clérigo, todos fechables entre fines del siglo XIII y comienzos del XIV. 

Aspecto general de la sala dedicada al gótico ubicada en el antiguo zaguán del palacio, con dos de los cuatro yacentes de madera en primer plano, el Arcosolio de don Juan de Padilla y el Retablo de San Pedro de Tejada al fondo a la izquierda

Otra pieza muy interesante es el Frontal de altar de piedra con algún resto de policromía con escenas de la Vida de Cristo en arquerías, procedente del desaparecido convento de San Pedro en Burgos, una obra de comienzos del siglo XIV.

Frontal de altar de comienzos del siglo XIV del convento de San Pedro de Burgos

La sala contigua al zaguán está presidida por el Retablo de la Asunción de la Virgen procedente del desaparecido monasterio de Santa María la Real de Vileña, en depósito del Museo Arqueológico Nacional. Es una obra ya renacentista del escultor Pedro López de Gámiz fechada en 1581 gracias a una inscripción sobre la cornisa del banco. Estaba rematado por un habitual Calvario, que al no caber en el enclave, se ha optado por situarlo en un lateral, creando un curioso juego con las tablas del Retablo de San Pedro de la sala contigua.

Retablo de la Asunción de la Virgen

Calvario del retablo de la Asunción haciendo una curiosa composición con las tablas del Retablo de San Pedro de Tejada al fondo

Aspecto general de la sala contigua al zaguán, con el Sepulcro de don Gómez Manrique y doña Sancha de Rojas en primer plano, el Crucificado y la Virgen con Niño, el Sepulcro de doña María Manuel y el retablo de la Asunción al fondo

En el centro de la sala, ante el Retablo de la Asunción, está el Sepulcro de doña María Manuel, madre del obispo don Luis de Acuña, procedente del desaparecido convento de San Esteban de Olmos, realizado entre los siglos XV y XVI y atribuido a Simón de Colonia o su taller, que también trabaja, por ejemplo, en la espléndida portada de la iglesia de Santa María la Real de Aranda de Duero.

Detalle de la figura yacente del sepulcro de doña María Manuel

Otras obras de la sala son un Crucificado y una Virgen con Niño, ambas de madera prolicromada y de la escuela castellana del siglo XIV.

En cuanto al Sepulcro doble de don Gómez Manrique, adelantado de Castilla, y doña Sancha de Rojas, también procede del monasterio jerónimo de Fresdelval, siendo ellos sus fundadores. Los yacentes visten de gala y don Gómez cubre su cabeza con turbante, algo muy habitual en la época. La pieza está muy deteriorada, sobre todo en su base y se considera de mediados del siglo XV de la mano de un maestro borgoñón, predecesor de Gil de Siloe.

Detalle del yacente de don Gómez Manrique

Como enlace entre salas, pueden contemplarse dos pinturas al temple sobre tabla con los Martirios de San Lorenzo del denominado Maestro de Budapest, activo en Burgos durante la segunda mitad del siglo XV.

Tablas con dos de los Martirios de San Lorenzo

Ya en la primera sala de la primera planta se expone una interesante muestra de pintura en tabla y en sarga de la escuela castellana y flamenca de fines del siglo XV y comienzos del XVI.

Aspecto de la primera sala de la primera planta

De la escuela castellana destacan La procesión del toro en el Monte Gargano, atribuida al Maestro de Villalonquéjar y procedente de la iglesia de San Miguel de Hontoria de la Cantera, una tabla con las escenas de San Roque con el ángel y el Martirio de San Erasmo, el espeluznante realismo de una Decapitación del Bautista, o la Misa de San Gregorio, procedente de la parroquia Cogollos, y que se considera de Pedro Berruguete.

La procesión del toro en el Monte Gargano, atribuida al Maestro de Villalonquéjar y procedente de la iglesia de San Miguel de Hontoria de la Cantera

Misa de San Gregorio atribuida a Pedro Berruguete

San Roque con el ángel y el Martirio de San Erasmo y Decapitación del Bautista

En cuanto a la escuela flamenca, el museo expone con una Piedad atribuida al taller de Rogier van der Weyden procedente del convento de Santa Dorotea de Burgos o un Llanto ante Cristo muerto atribuido a Adrian Isenbrandt.

Llanto ante Cristo muerto atribuido a Adrian Isenbrandt

Piedad atribuida al taller de Rogier van der Weyden 

Además, llaman la atención por su excepcionalidad y estado de conservación un conjunto de ocho sargas con escenas de la Pasión de Jesucristo procedentes del monasterio de San Salvador de Oña y pintadas por fray Alonso de Zamora, el Maestro de Oña, a comienzos del siglo XVI. Además de su belleza, también se conforman como un inigualable documento histórico para el estudio de las vestimentas y el armamento de la época; les dedico un artículo aparte: Las sargas de la Pasión de Jesucristo deSan Salvador de Oña.

Tres de las sargas de la Pasión de Jesucristo de San Salvador de Oña, con el Calvario del retablo de Nuestra Señora de la Merced al fondo

En la siguiente sala se encuentra un Calvario de igual técnica que los paneles del Retablo de Nuestra Señora de la Merced de Burgos que ocupan la sala contigua, dorados y tallados por el escultor Gregorio Vigarny Pardo, hijo de Felipe Vigarny, a mediados del siglo XVI, que relatan la Vida de la Virgen y la Pasión de Jesucristo. Formarían parte de un gran retablo, seguramente inacabado.

Paneles del Retablo de Nuestra Señora de la Merced de Burgos

El Cenotafio de la familia Villegas se fecha en el siglo XVI. Es de mármol policromado con una escena central con un Llanto sobre Cristo muerto y remate con Cristo Salvador flanqueado por los donantes orantes y pertenecía al convento de San Agustín de Burgos.

Cenotafio de la familia Villegas

A continuación están varias obras del siglo XVI procedentes del monasterio de Santa María la Real de Vileña, como una tabla flamenca de la Virgen con Niño atribuida al Maestro de las Medias Figuras o una talla de la Piedad de Escuela Castellana.

Virgen con Niño atribuida al Maestro de las Medias Figuras

Piedad

En cuanto a las piezas del siglo XVII, el tema principal sigue siendo el religioso, pues la mayoría de las obras proceden de conventos e iglesias, aunque también hay algún paisaje y el Retrato de fray Alonso de San Vítores de fray Juan Rizi fechado en 1659, con una elegante pose que recuerda los grandes retratos papales y una incisiva mirada, dejando ver una magnífica vista de la ciudad de Burgos al fondo.

Un aspecto de la sala dedicada al arte del siglo XVII, con el Retrato de fray Alonso de San Vítores al fondo

También se expone la obra de tres artistas burgaleses del siglo XVII: José Moreno, con una Visitación o una Epifanía, Mateo Cerezo el Viejo y Mateo Cerezo, este último el más destacado, discípulo de Juan Carreño de Miranda, con obras como San Francisco en las zarzas o los Desposorios místicos de Santa Catalina, con buenos efectos de luz y sombra característicos del estilo de la época.

Otro aspecto de la sala, con los Desposorios místicos de Santa Catalina de Mateo Cerezo a la derecha
En cuanto a la escultura de este siglo, nos encontramos con un San Marcos y un San Juan evangelistas en madera imitando a mármol de Pedro Alonso de los Ríos, procedentes del convento de las Madres Agustinas Canónigas de Santa Dorotea de Burgos.

San Marcos y un San Juan evangelistas en madera imitando a mármol de Pedro Alonso de los Ríos

De la pintura del siglo XVIII destacan sobre todo tres obras: una Inmaculada Concepción de Antonio Palomino fechada en 1721 procedente del convento de los Padres Carmelitas de Burgos y dos cuadros del monasterio de San Salvador de Oña con escenas de la Vida de San Íñigo: San Íñigo da a besar un escapulario a tres damas, de Romualdo Pérez Camino, y La curación de un tullido, de José Antonio Valle y Salinas, que tiene como fondo el retablo hispanoflamenco atribuido a Juan Sánchez que ocupaba el altar mayor de la iglesia del monasterio, desaparecido en un incendio en el siglo XVIII.

La escultura castellana de este periodo está representada con varias tallas, como un San Juan Bautista niño, una Magdalena Penitente, una Santa Inés de Montepulciano o una Santa Isabel.

Inmaculada Concepción de Antonio Palomino, San Juanito y Magdalena Penitente

San Juanito

María Magdalena

Y el recorrido por el arte burgalés acaba con los siglos XIX y XX, con una mención especial a Dióscoro Puebla Tolín, alumno de José de Madrazo, pensionado en Roma y que fue presidente de la Sección de Pintura de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, destacando por sus granes composiciones de tema histórico, como el Primer desembarco de Cristóbal Colón en América o los cuadros de Bacanales.

Bacanales de Dióscoro Puebla Tolín

A caballo entre ambos siglos destacan Luis Manero Miguel con El molino, Julio del Val Colomé con Campesinos burgaleses y Encarnación Bustillo Salomón con Las camareras de la Virgen.

Aspecto general de la sala de pintura burgalesa a caballo entre el siglo XIX y XX, con El molino de Val Colomé en primer plano y Las camareras de la Virgen de Encarnación Bustillo al fondo

Ya del siglo XX, el museo expone obras de Manuel de Lambarri, Aurelio Blanco, Luis Gallardo o Fortunato Julián y una selección de los pintores burgaleses contemporáneos más destacados, como José María Muñoz Melgosa, José Vela Zanetti, Modesto Ciruelos, Antonio Sanz de la Fuente…

Dada la vocación enciclopédica del museo, en su día se adquirieron otros dos edificios contiguos a la espera de una remodelación para poder incorporar una tercera sección dedicada a las Artes Decorativas y Aplicadas, aunque el proyecto está en suspenso sin que se sepa cuándo se va a reanudar. 

Si todavía tenéis ganas de más, ya sabéis que la parte del museo dedicada a la Arqueología, cuenta con un artículo aparte en el que también se habla de la génesis del museo: El Museo de Burgos y su sección de Arqueología. Además, también están Las sargas de la Pasión de Jesucristo de SanSalvador de Oña, unas de las piezas más llamativas del museo.

Fuentes:

CASTILLO, B., Guía breve. Museo de Burgos. Burgos, Junta de Castilla y León, 1997.

Comentarios

Antonio Banús ha dicho que…
Fantastico Sira, ha sido un recorrido perfecto por el museo.Varios de los retablos y el arca son fantasticos. Habra que ir a conocerlo.
Buen día
Antonio
Sira Gadea ha dicho que…
Muchas gracias, Antonio. Es una verdadera joyita escondida que merece mucho la pena. Las piezas musulmanas a mí también me dejaron sin habla. Un abrazo y muy buen día también para ti.
Anónimo ha dicho que…
Muy interesante el museo y muy interesante tu recorrido Sira. Le entran a uno las ganas de viajar ya mismo a Burgos y admirar tanta belleza, en especial, la medieval, que es uno de los platos fuertes del museo.
Un saludo
Sira Gadea ha dicho que…
Muchas gracias, Anónimo Castellano. Es un museo desconocido que no se lo merece, sobre todo por lo ocmentado, por las obras emblemáticas medievales, maravillosas. Que pases un buen día.
Bonifacio ha dicho que…
He encontrado su blog de arte y me ha interesado mucho. Hace un año tuve la oportunidad de visitar este Museo de Burgos pues deseaba admirar de cerca la fantástica escultura del doncel Don Juan Padilla; en cambio encontré uno de los Museos de Arte más interesantes que he visitado, siendo de reseñable interés las sargas de la Pasión de Jesucristo. En fin, todo el Museo es una joya, que no debería dejar de visitarse en un viaje a Burgos.
Enhorabuena por su blog de arte y por lo bien que refleja la esencia de este encantador Museo.
Sira Gadea ha dicho que…
Es verdad. El Museo de Burgos es una auténtica joya apenas conocida, sin que pueda explicarse muy bien el porqué. Quizá es que la catedral lo eclipsa todo. Las sargas de Oña también fueron una sorpresa para mí, lo mismo que otras muchas piezas esenciales en la historia del arte. A ver si entre todos damos a conocerlo para que sea visitado y disfrutado. Muchas gracias por su comentario, Bonifacio, bienvenido al blog y espero seguirle leyendo por aquí.

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