La catedral de Santa María de Astorga, en León

La Muy Noble, Leal y Benemérita Astorga, situada en un cerro entre los ríos Tuerto y Jerga a unos cuarenta kilómetros al oeste de León, es diócesis arzobispal desde mediados del siglo III, en tiempos del obispo Basílides, la capital tradicional de la comarca de la Maragatería y sus arrieros, encrucijada de caminos entre la Submeseta Norte y Galicia y parada obligada en la ruta jacobea camino de Santiago.

Retablo mayor de la catedral de Astorga, obra de Gaspar Becerra

Su origen fue un campamento militar de la Legio X Gemina romana, asentado en ese enclave para proteger el territorio conquistado a los astures tras las Guerras Cántabras que terminó derivando en capital administrativa del conuentus Asturum de la provincia Tarraconensis, aunque más tarde, con la organización del territorio realizada por Augusto entre los años 24 y 14 aC., terminadas las conquistas en el noroeste peninsular, pasó a formar parte de la provincia Gallaecia y fue convertida entre el 15 y 20 dC. en Asturica Augusta por su importancia comercial debido a la explotación de las minas de oro de La Médulas, pues en ella se concentraba el metal hasta su traslado a Emerita Augusta a través de la Vía de la Plata y a los puertos del sur de la península para terminar llegando a Roma, por su importancia estratégica al estar atravesada por las vías que la unían con Braga, Lugo, Zaragoza, Zamora, Salamanca… y por su importancia política como residencia del legado jurídico y del procurador provincial.

Recreación de la ciudad romana de Asturica Augusta (1)

Las excavaciones arqueológicas y las investigaciones históricas nos informan de la primitiva fortificación, compuesta por dos fosos de sección en V paralelos y exteriores del tipo fossa fastigatae excavados en la grava natural del cerro. Hacia el primer tercio del siglo I dC. el interior se inutilizó y se construyó una primera muralla de piedra con torres circulares que en época Flavia fue abandonada.

Posible planta de Asturica Augusta superpuesta al entramado urbano actual (1) y reconstrucción de la misma (1)

También se han localizado las cloacas, algunas todavía en uso, las termas mayores, levantadas a partir del siglo I dC., y las termas menores, de mediados de ese siglo pero remodeladas después y abandonadas en el III.

El Foro estaría en la parte más elevada de la ciudad, la actual plaza mayor, pero sería mucho más grande, un extenso rectángulo de unos treinta mil metros cuadrados delimitado por un pórtico monumental rematado por exedras.

Recreación posible del Foro romano de Asturica Augusta (1)

Tras el cese de estas explotaciones en el siglo IV, Astorga adquirió un nuevo papel como plaza fuerte en el tránsito de productos agrícolas para los ejércitos del norte, levantándose una nueva muralla, de la que todavía se conserva una puerta romana contigua a la catedral, que fue remodelada a partir de 1242 con el patrocinio del obispo Nuño, una estructura trapezoidal con casi treinta cubos semicirculares.

En cuanto al origen de la diócesis, la Carta sinodial de san Cipriano de Cartago y treinta y seis obispos africanos más, escrita ha. el año 254 en respuesta a las comunidades cristianas hispanas, nos informa de que ya en estas fechas existían en la península comunidades plenamente organizadas con diáconos, presbíteros y obispos. Concretamente menciona las sedes de Mérida, Zaragoza y una diócesis en el convento jurídico asturiacense con capital en Asturica Augusta, para algunos autores unida a León en esas fechas, aunque otros consideren que no existen pruebas para dicha afirmación. Esta primitiva diócesis contaría con un primer templo catedralicio que algún especialista sitúa extramuros de la ciudad, en el arrabal de Puerta del Rey.

El primer obispo del que se tiene constancia documental fue Basílides, inaugurando un periodo de grandes dificultades para los cristianos, que afrontaron persecuciones ordenadas por distintos emperadores romanos y múltiples heterodoxias. santa Marta, patrona de Astorga, supuestamente hermana de san Vidal y tía de los santos hermanos Justo y Pastor, fue una de las santas mártires durante las represiones de Valeriano.

Otra prueba de la existencia de la diócesis en época tan temprana es la asistencia de su obispo Decenio al Concilio de Elvira, el primero celebrado por la iglesia cristiana en Hispania hacia el año 300, en el contexto de las persecuciones de Diocleciano.

Las invasiones bárbaras de la primera mitad del siglo V supusieron la decadencia de la ciudad y de la diócesis, que cedió todo su protagonismo y pasó a depender primero de la de Lugo y a continuación de la de Braga. Después, apenas se tienen noticias de Astorga hasta el inicio de la invasión musulmana en 711 y la desintegración del reino visigodo, cuando la ciudad sufre el saqueo. Aunque la Crónica Alfonsina, escrita en el reinado de Alfonso III, menciona una muy tempana recuperación de estos territorios protagonizada por Alfonso I de Asturias hacia el año 747, se sabe que la repoblación de la zona fue posterior, de mediados del siglo IX, cuando en el reinado de Ordoño I un grupo de bercianos encabezados por el conde Gatón repoblaron la zona. La conquista quedó definitivamente consolidada en tiempos de Alfonso III el Magno, último rey de Asturias y primero de Galicia, cuando tras la repartición de los territorios que dominaba entre sus hijos, Astorga quedó adscrita al Reino de León en la persona de García I y fue convertida en su capital, restaurándose su diócesis en la persona del obispo Iscisclo y recuperándose la jurisdicción eclesiástica sobre los territorios que le pertenecían antes de la invasión musulmana.

Alfonso III y la reina Jimena en una miniatura del Liber Testamentorum Ecclesiae Ovetensis (2)

En cuanto a la catedral medieval, su estudio documental resulta harto complicado porque el archivo diocesano sufrió un incendio durante la Guerra de Independencia a comienzos del siglo XIX y quedó completamente destruido y es necesario recurrir a las copias, muchas veces muy posteriores y con errores, que pudieran existir en códices y cartularios conservados en otros archivos o a las referencias a la catedral en otros documentos. Los primeros datos conocidos son de comienzos del siglo X y mencionan un templo bajo la advocación de santa María en el que, según el Pseudo-Silense fue sepultado el propio Alfonso III, aunque después se ordenara que sus restos, junto al de otros reyes, reinas e infantes enterrados en Astorga, León y otros lugares, fueran trasladados al Panteón Real de Nuestra Señora del Rey Casto de Oviedo para evitar la profanación durante las razzias de Almanzor a fines del siglo X.

Se sabe que para su inhumación se reutilizó un sarcófago paleocristiano de comienzos del siglo IV que estuvo en Astorga hasta su traslado al Museo Arqueológico Nacional en 1869, una magnífica pieza de mármol blanco importada directamente de Roma que presenta un friso continuo con las escenas de la Resurrección de Lázaro, el Arresto de Pedro, el Milagro de la Fuente, Adán y Eva en el Paraíso, la Multiplicación de los panes y los peces y el Sacrificio de Isaac.

Reproducción exacta del sarcófago paleocristiano en el que estuvo sepultado Alfonso III conservada en la Museo de arte sacro de Astorga

No se sabe a ciencia cierta dónde estaría este primitivo templo. Hay autores que lo sitúan extramuros de la ciudad en el entorno de la Puerta del Rey, otros que creen que estaría intramuros en la zona del Foro romano y otros que defienden que ya ocuparía parte del solar en el que se erige la catedral actual, un espacio en el ángulo formado por los lienzos norte y occidental de la muralla, al lado de las Puertas del Hierro, de cuya apertura, cierre y custodia era responsable el cabildo, y de la Puerta Romana.

A mediados del siglo XI, durante el reinado de Sancha de León y Fernando I, con motivo de la reorganización del reino buscando su modernización tanto civil como eclesiástica, pudo haber una remodelación de este templo altomedieval, y la data de una dádiva a la catedral parece indicar que la consagración, sin que todavía estuviera terminada la remodelación, ya tuvo lugar en 1069, en el reinado de Alfonso VI de León y Constanza de Borgoña, bajo el obispado de Pedro Núñez. Aunque no se sabe nada de este edificio, los especialistas creen que todavía seguiría modelos prerrománicos con alguna innovación.

Sancha de León y Fernando I en una miniatura del Libro de Horas de Fernando I (3)

Pero también se conserva otro documento de una donación de 1117 del obispo Pelayo en el que se especifica que estos monarcas lo que mandaron fundar fue una iglesia ab initio, desde el comienzo, no una remodelación, una obra quizá relacionada con la introducción en Astorga de la reforma litúrgica romana, abandonando la hispana, un cambio global impulsado por el papado a través de Cluny y apoyado por muchos reyes y príncipes europeos que tuvo que requerir, necesariamente, de modificaciones arquitectónicas ya románicas. La reforma podría haber llegado a Astorga en la década de 1080 de la mano del antecesor de Pelayo, el obispo Osmundo, seguramente de origen francés, y se vería favorecida por los propios monarcas leoneses, no en vano la reina era sobrina del abad Hugo de Cluny.

También se tiene noticia, gracias al Cartulario del Monasterio de Carracedo, de otra donación en 1120 de la reina Urraca I de León, hija de Alfonso VI y Constanza de Borgoña, de un solar al propio obispo Pelayo, que hay autores que identifican con el espacio necesario para la construcción de un palacio arzobispal y para adaptar las dependencias claustrales al nuevo rito cluniacense.

Doña Urraca I de León en el Tumbo A de la catedral de Santiago de Compostela (4)

Pero recientes interpretaciones del mismo documento, rescatando una publicación de Matías Rodríguez en 1909, defienden que esta donación fue, efectivamente, para una catedral nueva, lo que parece concordar con el otro dato de una iglesia ab initio, aunque no en el emplazamiento actual, pues el solar donado parece estar claramente al este de la ciudad, en el entorno de la plaza mayor, donde se dice que también hubo un templo pagano y que se delimita en los siguientes términos: 

“(...) quinque cupos civitatis, et vadit per ipsa platea que est juxta ipso solo, quae est de Sancti Vincentii directa via, quae discurrit ud portam Sancti Michaelis, et exinde regreditur ad varrio Sancti Aciscli, et exinde directo tramite per plateam quae superius resonal, discurrente ad piso postico majore subtus casas de Petro Garcia de Posatella, et in medio ex utraque parte stat illum palatium antiquum quem cives civitatis ipsius vocitantur Carzer, ex utraque parte via quae discurrit ad portam Regis”.

(cinco cubos de la ciudad yendo de la plaza que está a dicho suelo, camino recto de San Vicente a San Miguel y de allí volvía al barrio de San Acisclo, y desde este punto pasaba en línea recta por la plaza mencionada, siguiendo al postigo mayor por la parte de debajo de las casas de Pedro García de Posatella, que en el intermedio estaba aquel antiguo palacio que los vecinos de la ciudad llamaban Cárcel antigua, y de una y otra parte, el camino que va a Puerta del Rey).

Además, la propia doña Urraca dice que se lo dona al obispo 

“para que lo destine a la construcción del templo de Santa María (Catedral) con el fin de que, si allí algún día se dio culto á los demonios, se tribute en lo sucesivo alabanza a Nuestro Señor Jesucristo”.

La mención de la “cárcel antigua” parece estar haciendo referencia al edificio que para algunos autores sería un presidio, aunque otros lo identifican con el propio foro.

En cuanto a cómo sería este edificio levantado en tiempos de los obispos Osmundo y Pelayo, las investigaciones no han proporcionado certeza alguna y tampoco se conserva ningún resto, sin que se sepa si llegó a finalizarse. Los especialistas creen que la iglesia presentaría triple cabecera de ábsides semicirculares y que contaría con pórtico y campanario, con las dependencias de los canónigos en las inmediaciones del claustro y, quizá, aposentos obispales específicos.

Sí se conservan piezas localizadas en el entorno catedralicio actual, hoy expuestas en el museo, y se sabe de otras en manos particulares, como soportes, arquerías, capiteles, ménsulas… que parecen pertenecer a un periodo posterior, encuadradas dentro de una segunda construcción tardorrománica que se erigiría en la segunda mitad del siglo XII, prolongándose hasta el primer tercio del XIII.

Piezas que podrían haber pertenecido al templo tardorrománico (5)

A falta de excavaciones arqueológicas en el subsuelo, se conservan documentos entre los años 1226 y 1265, durante los obispados de Nuño y Pedro Fernández, que hablan de obras en el claustro y en la casa del obispo y también se conserva el epitafio del obispo Pedro en el que se dice que fue él quien terminó el edificio y lo consagró. Además, las Constituciones del coro de 1228 hablan del altar mayor, del pórtico, del claustro, de esculturas o del campanario, y en los diplomas de enterramientos, tanto del clero como de particulares, se mencionan capillas específicas y se dotan capellanías, dejando clara evidencia de la existencia por esas fechas de un complejo catedralicio completo. En este sentido Manuel Gómez-Moreno, basándose en las líneas que marca el presente templo, defendió que la iglesia tendría tres naves y crucero que estaría en el quinto tramo actual, de ahí que sea más ancho, y tres ábsides semicirculares.

Como las excavaciones en el entorno de la fachada oeste no han localizado cimientos antiguos en el primer tramo, la iglesia tendría que ser, necesariamente, sólo de tres tramos, una hipótesis que parece coincidir con lo que se muestra en un cuadro de Juan de Peñalosa del primer tercio del siglo XVII conservado en la Capilla de la Majestad de la catedral, donde se ve una torre campanario en el ángulo suroriental pero separada del cuerpo del templo, que muestra todavía los pies de la construcción previa porque la catedral nueva estaba inconclusa por esas fechas.

Detalle del del cuadro del Milagro de la Virgen de la Majestad de Peñalosa con la catedral (7)

Aunque la tradición jacobea de Astorga data del siglo I, pues la leyenda atribuye al propio apóstol Santiago la fundación de la Sede Episcopal, de ahí que la catedral posea el título de “Santa Apostólica, Iglesia Catedral”, las peregrinaciones a Santiago comenzaron en la segunda mitad del siglo XI y supusieron un gran impulso para la ciudad, que creció extramuros y desarrolló una importante actividad mercantil.

En el Codex Calixtinus, del siglo XII, la cita como ciudad de la ruta con los topónimos Austurga y Ostorga pero, a pesar de su relevancia, no es meta de etapa, quizá porque éstas estaban pensadas para hacer a caballo y no cuadraba parar ahí. De todos modos, los servicios dados en la ciudad a los peregrinos a pie eran vitales antes de iniciar las duras rampas de montaña, de ahí que terminara siendo la segunda población con más hospitales jacobeos, detrás de Burgos, y que hoy todavía posea tres albergues y el Museo de los Caminos. Además, la Vía de la Plata romana, que sobrevivió en la Edad Media también se utilizaba como calzada de peregrinos a Santiago, con un flujo creciente en paralelo al avance de los reinos cristianos sobre Al-andalus, pues aunque muchos peregrinos procedentes del sur optaban por desviarse y tomar la Vía mozárabe-sanabresa en el monasterio cisterciense de Santa María de la Granja de Moreruela, en Zamora, otros preferían seguir hasta Astorga y continuar por el Camino Francés, igual que pasa en la actualidad.

Situación de Astorga en la encrucijada de la Vía de la Plata y el Camino Francés (6)

El cuanto al gobierno de la ciudad, los conflictos entre los propios reyes cristianos también provocaron cambios en su forma, que pasó de condado a tenencia hasta que en el siglo XIII Fernando III de Castilla cambió nuevamente la administración del territorio dividiéndolo en señoríos. Alfonso XI se encargó de crear las figuras del corregidor y los regidores para el gobierno de la ciudad. El marquesado de Astorga, cuando la ciudad pasó a una condición feudataria, ya data de mediados del siglo XV, instaurado por Enrique IV de Castilla a favor de don Álvar Pérez de Osorio, II conde de Trastámara y señor de Villalobos y de Castroverde.

La catedral nueva empezó a levantarse en 1471 y los trabajos se prolongaron durante siglos.
Los primeros años del siglo XVI estuvieron protagonizados por la Guerra de los Comuneros. Astorga se posicionó con el bando realista porque el marqués apoyó a Carlos V. La situación social provocó la creación de numerosas cofradías que socorrían, mediante la fundación de hospitales, tanto a pobres como a peregrinos, conservándose todavía el de san Juan Bautista, anexo a la catedral, y el de las Cinco Llagas, con una influencia religiosa muy evidente, tanto por el dominio moral como económico, pues el cabildo poseía grandes propiedades, tanto rústicas como urbanas.

Ya en el siglo XIX, durante la Guerra de Independencia, aunque Astorga fue una de las primeras localidades en levantarse contra el ejército francés, no pudo impedir su ocupación el 31 de diciembre de 1808 ni un incendio en el claustro de la catedral que provocó graves desperfectos y la pérdida del archivo capitular. La ciudad cambió de manos varias veces hasta la capitulación definitiva de los franceses en agosto de 1812.

La vuelta al absolutismo con Fernando VII fue bien recibida por los sectores eclesiástico, nobiliario y burgués de la ciudad, y la fuerte influencia del obispado y el cabildo siguió vigente en el resto del siglo XIX, prolongándose en el XX. En 1833 la Comarca de la Maragatería, con Astorga como capital, quedó incluida en la provincia de León, de la que todavía forma parte.

La ciudad mantuvo sus límites intramuros hasta la llegada del ferrocarril, cuando se convirtió de nuevo en un trascendental nudo de comunicaciones y recuperó una vitalidad social y económica, con un importante desarrollo industrial basado en el chocolate que todavía posee, y abundantes imprentas.

Durante la Guerra Civil Española la ciudad se posicionó con los sublevados y la Guardia Civil y los militares se hicieron con el control de la ciudad, que permaneció, junto con la mayor parte de la provincia, en territorio sublevado, sufriendo la masiva detención de republicanos.

La llegada de la democracia supuso el inicio de un periodo de crecimiento económico impulsado por un turismo cultural basado en el patrimonio histórico-artístico de la ciudad y el Camino de Santiago y en la actualidad Astorga, con unos 14.000 habitantes, es cabeza de partido judicial. Entre sus monumentos destacan los restos romanos, las murallas medievales, la catedral, el palacio episcopal, las iglesias románicas de san Julián y san Bartolomé, y las góticas de santa Marta y san Francisco.

En 1994 comenzaron a realizarse tareas de restauración integral de la catedral siguiendo un Plan Director redactado por Antonio Paniagua García y Javier Pérez López.

Según consta en uno de los sillares de la catedral que hoy conservamos, la ceremonia de colocación de la primera piedra tuvo lugar el 16 de agosto, día de la advocación a María, de 1471, para sustituir a una anterior de la que apenas nos restan algunos capiteles, zócalos, relieves…

El Palacio Episcopal y la Catedral desde fuera de la muralla (5)

Las primeras trazas se atribuyen a Juan Gil de Hontañón, aunque se considera que la mayoría de la fábrica fue levantada por Juan de Colonia y su hijo, Simón de Colonia, otros dicen Francisco de Colonia. Se empezó, como era habitual, por la cabecera, que es de estilo gótico florido, y avanzó hacia las naves, las capillas entre contrafuertes y las bóvedas. La demolición del edificio tardorrománico se fue haciendo por etapas según fue avanzando la construcción y durante mucho tiempo estuvieron en pie una sección de la vieja y otra de la nueva.

A mediados del siglo XVI Rodrigo Gil de Hontañón emprendió una ampliación en lo ya construido añadiendo dos grandes capillas laterales al último tramo, el más cercano a la cabecera, conformando una especie de falso transepto, pues tienen menor altura que la nave central. En este periodo fueron maestros de obras Juan de Alvarado y Juan de Alvear.

En el siglo XVII están documentados como maestros de obra de la catedral Pedro Álvarez de la Torre y Francisco de la Lastra Alvear, que trabajaron en los últimos tramos de las naves hacia los pies y en las torres. La fachada occidental fue lo último en incorporarse.

El claustro y la sacristía son, respectivamente, de 1755 y 1772.

El aspecto exterior del templo muestra una estructura gótica pero que refleja una progresión estilística fruto de la prolongación de las obras durante siglos, con planta y cabecera gótica, portada lateral renacentista y portada a los pies ya barroca.

No se sabe con seguridad quién trazó la fachada occidental, levantada entre fines del siglo XVII y comienzos del XVIII, pues hay especialistas que creen que se erigió bajo la dirección de los arquitectos Francisco y Manuel de la Lastra Alvear, padre e hijo, y que fue terminada por Pablo Antonio Ruiz, pero otros consideran que estos artífices fueron los maestros de obras dedicados a la realización práctica pero no los tracistas. Destaca por su monumentalidad, flanqueada por dos grandes torres laterales y con rica decoración escultórica que sigue un complejo programa iconográfico. Dada su trascendencia, he decidido dedicarle un artículo aparte que podéis consultar en este enlace.

Fachada occidental de la catedral (7)

Detalle de la decoración escultórica de la fachada occidental

En la fachada sur destaca la portada abierta al quinto tramo de la nave de la Epístola, obra renacentista atribuida a Rodrigo Gil de Hontañón organizada mediante un arco de medio punto abocinado con tondos con sendos bustos de los apóstoles san Pedro y san Pablo en las enjutas, flanqueado por columnas compuestas que sujetan un friso de triglifos y metopas sobre el que se sitúa un ático con una hornacina con la Asunción rematado por frontón con el Padre Eterno y decoración de candelieri.

Fachada sur de la catedral desde el jardín del palacio episcopal

Portada de la fachada sur

La cabecera destaca por los contrafuertes radiales rematados por pináculos que soportan el empuje de las bóvedas góticas. Sobre uno de los pináculos destaca una veleta o giraldillo que se conoce como Pedro o Pero Mato, una figura vestida de maragato que se ha convertido en símbolo de la ciudad y que la tradición explica con tres leyendas. La primera dice que fue el portaestandarte en la Batalla de Clavijo en el siglo IX, donde Santiago se apareció por primera vez apoyando a los ejércitos cristianos contra los musulmanes. La segunda lo identifica con un arriero maragato en tiempos de la Guerra de Independencia de Francia que suministraba vino, aceite y productos de primera necesidad a los sitiados y que fue descubierto y ajusticiado por los franceses en 1810, de ahí que la ciudad se lo agradeciera poniendo su representación en el lugar más alto de la catedral. Y la tercera defiende que la figura ya estaba allí cuando los franceses sitiaron Astorga en 1810 y que como era una veleta, que se movía con el viento, la confundieron con un vigía que decidieron derribar, pero no lo lograron a pesar de descargar toda su munición, de ahí que se dijera que gracias a él el ejército de Napoleón no consiguió pasar de Astorga ni avanzar hacia el oeste para conquistar toda la península.

Contrafuertes y pináculos de la cabecera, con el Pero Mato destacando sobre el cielo

Giraldillo Pero Mato (7)

El templo, orientado hacia el noreste, quizá porque se adaptaría a la iglesia preexistente, presenta planta basilical de tres naves de seis tramos, la central más alta, separadas por arcos apuntados y pilares sobre los que se ubica el claristorio, con grandes ventanales apuntados, capillas entre los contrafuertes, bajo las torres a los pies y en los brazos del falso transepto y tres ábsides poligonales, más grande el central.

Las cubiertas presentan variadas bóvedas de terceletes y combados con claves estructurales y decorativas con bustos de reyes, profetas, águilas y ángeles cantores portando instrumentos musicales cuyos nervios se prolongan en baquetones adosados a los pilares hasta llegar al suelo .

Bóvedas de crucería de la nave central

Claristorio, con grandes ventanales apuntados que iluminan la nave central

En la contrafachada, bajo la gran vidriera con Cristo resucitado, hay un reloj realizado en 1800 por Bartolomé Hernández que tiene la curiosidad de ser de sol y luna, con una esfera que marca las veinticuatro horas del día además de la fecha del mes y las fases de la luna.

Vidriera y reloj de la contrafachada

Detalle de la vidriera de la Resurrección en la contrafachada

Los ventanales conservan varias vidrieras históricas realizadas entre los siglos XVI y XVIII por Arnau de Vergara, Arnau de Flandes, Nicolás de Vergara, Rodrigo de Herreras o Sebastián Pérez. Su función era la de tamizar, graduar y transformar la luz del exterior creando un ambiente interior idealizado y cambiante dependiendo del momento del día al tiempo que eran soporte para un programa iconográfico que completaba el significado del espacio en el que están integradas. Pero con el paso del tiempo han sufrido pérdidas, movimientos de paneles y reintegraciones durante el siglo XIX. Además, a partir de 1994 comenzaron a realizarse tareas de restauración integral de la catedral siguiendo un Plan Director redactado por Antonio Paniagua García y Javier Pérez López que ha incluido las vidrieras y la incorporación de otras contemporáneas buscando recuperar la situación original del edificio, obra nueva que busca respetar la unidad cromática y lumínica del espacio recuperando el simbolismo de la luz y restableciendo, en lo posible, el programa iconográfico primitivo, dedicado a la Vida de Cristo en los ventanales bajos, al Apostolado y los Profetas en los altos de la nave central y a los Santos, que constituyen los pilares de la Iglesia, en los ventanales altos de la capilla mayor.

En los dos últimos tramos de la nave central, ante el crucero, se sitúa el coro, separado por una reja de Lázaro de Azcaín.

Reja del coro (8)

La sillería es una obra renaciente con detalles arcaizantes góticos del segundo cuarto del siglo XVI iniciada por Juan de Colonia durante el obispado de Sancho de Acebes y en la que también intervinieron Nicolás de Colonia, Tomás Mitata, Roberto Memorancy y Pedro del Camino. Realizada en nogal, con cuarenta y dos sitiales bajos y cincuenta y cinco altos, los bajos muestran relieves de cuerpo entero de patriarcas, profetas, reyes, otros personajes de Israel y sibilas como símbolo de las profecías que anuncian la salvación de los hombres con la llegada del Mesías, mientras que en los altos se representan figuras de medio cuerpo de los apóstoles flanqueando la silla episcopal, obispos, anacoretas, vírgenes, papas, santos…

Sillería de la catedral de Astorga

Sitiales del lado de la Epístola

Sobre los sitiales del lado del Evangelio se ubica el órgano, con dos mil ochocientos treinta tubos y tres teclados y caja barroca decorada con las tallas de Santa Cecilia el Rey David con un arpa y ángeles músicos.

Órgano (9)

En los laterales del coro se ubican varios retablos y el trascoro forma el Retablo de la Virgen de la Valvanera, una obra neoclásica en mármol, jaspe, alabastro y bronce con un único cuerpo de tres calles presidido por una hornacina con la escultura de la Milagrosa que sustituyó a la de la Virgen titular en 1926, flanqueada por los relieves de los santos Pedro y Pablo y coronada con la del obispo santo Toribio.

Lateral del coro en la nave del Evangelio

Trascoro

Virgen de la Milagrosa en el trascoro

El retablo mayor es una obra cumbre de Gaspar Becerra, iniciada en 1558, durante el obispado de don Diego Sarmiento de Sotomayor, y una de las obras más importantes de retablística del renacimiento español, terminada en 1584 con dorado estofado y policromado de Gaspar Hoyos y Gaspar de Palencia, unas labores, estas últimas, patrocinadas por el propio Felipe II.

Altar mayor con el retablo de Gaspar Becerra (10)

Realizado ya siguiendo las posturas postridentinas con escenas de la Vida de la Virgen, se convirtió en paradigma, una de las grandes creaciones de la retablística española como escuela de escultores y pintores, catálogo de formas y gestos en el que se inspiró la siguiente generación de artistas, pudiendo rastrearse su influencia en abundantes obras de la segunda mitad del siglo, sobre todo en Burgos, La Rioja y Navarra, donde trabajaron seguidores y discípulos de Becerra. Dada su trascendencia, he decidido dedicarle un artículo aparte que podéis consultar en este enlace.

Bajo el altar mayor se ubica la cripta funeraria para la familia Osorio, patrocinada por don Pedro Álvarez Osorio, VIII marqués de Astorga, IX conde de Trastámara, VIII conde de Santa Marta de Ortigueira y XI conde de Villalobos a comienzos del siglo XVII. La obra corrió a cargo de Pedro Álvarez de la Torre, maestro de obras de la catedral en ese periodo, y durante muchos años quedó olvidada, sin que ni siquiera se supiera de su existencia. Se accede a ella mediante una trampilla a la derecha del actual altar, ahora oculta bajo una alfombra, que da acceso a una escalera de un solo tiro de siete escalones de piedra y presenta planta rectangular con su eje mayor en perpendicular al eje longitudinal de la catedral, arcosolios en las paredes y cubierta con una bóveda de cañón muy rebajada.

El ábside de la Epístola alberga el Retablo de san Jerónimo, realizado con el patrocinio del obispo fray Nicolás de Madrid en la segunda mitad del siglo XVII con pinturas atribuidas a Lucas Gutiérrez. Se compone de banco con escenas de la Vida del santo y su hermana Paula, cuerpo con una escultura de san Jerónimo en penitencia y ático con una pintura con otra escena de la vida del santo.

Retablo de San Jerónimo

El ábside del Evangelio forma la Capilla del Sagrario, con el Retablo de la Virgen de la Majestad, realizado con el patrocinio del obispo Alonso Mexía de Tovar en el primer tercio del siglo XVII, con trazas y pinturas del cordobés Juan de Peñalosa y Sandoval, pintor, poeta y tracista de retablos además de canónigo y vicedeán de la catedral bajo la protección del propio obispo. Se compone de sotobanco, banco, un único cuerpo de tres calles y ático. El sotobanco está decorado con cajeados, el banco presenta un sagrario central con un Resucitado con los santos Pedro y Pablo flanqueado por ángeles en relieve que portan cartelas con las indulgencias concedidas a este altar por el papa Gregorio XIII. La calle central del cuerpo aloja una imagen-relicario románica del siglo XII de una Virgen en Majestad policromada y chapada en plata. En las calles laterales se ubican sendas pinturas de Peñalosa con Santa Teresa de Jesús y San Genadio, obispo de Astorga a comienzos del siglo X. En el ático se representa la Imposición de la casulla a san Ildefonso, y el rostro del santo es el retrato del comitente de la obra. Las esculturas de ángeles con el báculo y la mitra, símbolos de la jerarquía de la Iglesia, se atribuyen a Gregorio Español.

Retablo de la Virgen de la Majestad

Virgen de la Majestad (10)

En el testero del Evangelio de esta capilla se ubica el cuadro que ya he mencionado, pintado por Juan de Peñalosa como exvoto por encargo del obispo Messía de Tovar y que representa un milagro de la Virgen de la Majestad en 1436, cuando unos trabajadores en la iglesia del cercano pueblo de San Román quedaron atrapados en un pozo y pudieron ser rescatados porque la invocaron en sus rezos. La pintura es, fundamentalmente, un valioso testimonio histórico, pues recrea las costumbres y la vestimenta del siglo XVII, contiene un retrato del obispo y, además, muestra cómo estaban las murallas de la ciudad en esa época y la catedral en construcción, con varios tramos góticos pero todavía en pie los dos últimos del templo tardorrománico y el campanario, después sustituido por la torre sur de la fachada occidental. Se piensa que Peñalosa también se autorretrató en el personaje que mira al espectador a la izquierda vestido de negro y al lado de otro con manto amarillo.

Milagro de la Virgen de Peñalosa

El falso transepto de la Epístola forma la Capilla de san Juan Bautista, con un retablo patrocinado por el chantre, encargado de dirigir los cánticos desde el coro, y canónigo Juan Ramos en 1655 dedicado a su santo patrón, realizado por Antonio López con pinturas de José Antonio Delgado y Miguel de Salces y escultura del santo atribuida a Mateo de Prado.

El falso transepto del Evangelio forma la Capilla de la Purísima, con otro de los retablos realizados con el patrocinio del obispo Alonso Mexía de Tovar en el primer tercio del siglo XVII con trazas y pintura de Juan de Peñalosa, para alojar una talla de la Inmaculada Concepción de Gregorio Fernández y conmemorar la celebración del Voto de la Inmaculada en Astorga en 1627.

Capilla de la Purísima

Se compone de banco con sagrario central y las pinturas de la Anunciación a santa Ana y la Anunciación a san Joaquín, cuerpo único de tres calles con la escultura de la Virgen en el centro y cuatro pinturas con metáforas del Cantar de los Cantares y Letanías de la Virgen a los lados y ático con el Abrazo ante la Puerta Dorada.

En sendas cartelas laterales en la obra puede leerse:

“Este retablo dedicado a la Purísima Virgen de la Concepción, y los de nuestra Señora de la Magestad, y de la Santa Madre Teresa de Jesús, y sus lámparas de plata, hizo hacer a su costa Don Alonso Mesia de Tovar, Obispo de esta Santa Iglesia de Astorga, natural de Villacastin, y dio a la fábrica la Nevera, que también hizo, para aceyte a las dichas lámparas, y cera a la Magestad para sus Salves” / “La traza de la arquitectura de este retablo de la Purísima Concepción de nuestra Señora, y la de los de la Virgen en Magestad, y Santa Madre Teresa de Jesus y toda la pintura de ellos hizo Don Juan de Peñalosa y Sandoval, canónigo de esta Santa Iglesia, y familiar de Don Alonso Mesia de Tobar, obispo de ella”.

Por toda la iglesia se distribuyen otros interesantes retablos. Destaca el de la Capilla de san Miguel, donación del protonotario y canónigo de la catedral Duarte Pérez en el primer tercio del siglo XVI, que consta de banco y dos cuerpos de tres calles con pinturas en tabla hispanoflamencas próximas a la escuela de Juan de Borgoña o de Juan de Flandes, según los especialistas, una escultura central de la Virgen que ocupa el lugar de la original de san Miguel. En el centro del banco se ubica una Piedad flanqueada por los santos Lorenzo, Santiago, Andrés y Martín, este último un retrato del donante. Las tablas de los cuerpos relatan la Pasión de Cristo, con el Prendimiento y el Beso de Judas, San Pedro cortándole la oreja a Malco, el Ecce Homo, Subida al Calvario, el Descendimiento y el Santo Entierro.

Retablo de san Miguel

Crucifixión del Retablo de san Miguel

También es interesante el Retablo de santa Teresa de Jesús, el tercero de los realizados con el patrocinio del obispo Alonso Mexía de Tovar en el primer tercio del siglo XVII con trazas y pintura de Juan de Peñalosa, encargado con motivo de la canonización de la santa en 1622. Consta de banco con sagrario y las pinturas de los cuatro doctores de la Iglesia Latina, Jerónimo, Gregorio, Ambrosio y Agustín, un cuerpo de tres calles con una talla central de la santa en actitud de escribir bajo la inspiración del Espíritu Santo, representado a la izquierda por una paloma, flanqueada por cuatro pinturas con las santas Escolástica, Catalina de Siena, Paula Romana y Clara de Asís como doctoras de la Iglesia, fundadoras de conventos y representantes, respectivamente de las órdenes benedictina, dominica, jerónima y franciscana, y ático con La imposición del collar a santa Teresa por la Virgen y san José rematado por un frontón con el escudo del comitente.

Retablo de santa Teresa

La sacristía, adosada a la catedral por el lado del Evangelio, conserva una portada de Rodrigo Gil de Hontañón pero su construcción data del último tercio del siglo XVIII, durante el obispado de Juan Manuel Merino Lumbreras, obra de José Francisco Terán. Tiene planta cuadrada con enlosado de mármoles y cubierta con cúpula sobre pechinas y linterna y está amueblada con cajonerías y espejos. También destaca un armario relicario rococó de madera dorada con rocallas y espejos.

Sacristía (10)

La catedral también cuenta con un Museo de arte sacro con acceso desde el atrio ante la fachada occidental del templo y ocupa algunas dependencias claustrales y parte del anexo y antiguo Hospital de san Juan.

Planta del conjunto con las salas del museo en las dependencias claustrales (11)

Una de las salas del Museo de arte sacro

El claustro es de estilo neoclásico, realizado por Gaspar López en 1755. Es de planta cuadrada con crujías cubiertas por bóvedas vaídas y cinco arcadas por panda separadas por pilastras jónicas, las centrales de cada panda con sendas puertas adinteladas con frontones triangulares que abren al jardín, que conserva un pozo central.

Planta y alzado de la crujía sur del claustro (11)

Crujía sur del claustro (11)

Crujía del claustro cubierta con bóvedas vaídas

Antigua sala capitular

Abierta a la panda norte, también se encuentra la Capilla de santa Marina, conservada del antiguo claustro medieval, con cuatro lucillos que albergan cuatro sepulcros de dos obispos, un caballero y un clérigo y un sepulcro exento de otro obispo que estuvo en la entrada al claustro y que se cree que perteneció a un gran monumento sepulcral parietal desaparecido.

Antigua Capilla de santa Marina

Las piezas más destacadas son la Arqueta de San Genadio, el Arca de Carrizo de la Ribera del siglo XII, la Virgen de Palaciosmil, el Calvario de Compludo, un púlpito de nogal o unas tablas anónimas de un retablo dedicado a San Antonio Abad.

La Arqueta de san Genario fue regalada por Alfonso III y su esposa, la reina Jimena, en el siglo X a este obispo de Astorga enterrado en San Miguel de Escalada y es una de las piezas más destacadas conservadas de orfebrería prerrománica. Tiene alma de madera con forma de prisma rectangular con tapa de artesa y está chapada en plata y plata sobredorada con arcos de medio punto que alojan ángeles, formas vegetales y los símbolos de los evangelistas Lucas y Juan en una Adoración del Cordero místico según modelos tomados de miniaturas del siglo X. También cuenta con una inscripción en la que se lee “ADEFONSVS REX / SCEMENA REGINA”, los nombres de los donantes.

Arqueta de san Genadio

El Arcón de Carrizo, procedente del monasterio cisterciense de Santa María de Carrizo de la Ribera, se fecha en la segunda mitad del siglo XIII y presenta estructura en madera reforzada con clavos y cinchas de hierro forjado y forma prismática con tapa de artesa como soporte de pinturas al temple que en el cuerpo representan arquerías de medio punto que cobijan una Maiestas Domini con el Tetramorfos central flanqueada por un apostolado y escenas de la Vida y Pasión de Cristo en la tapa.

Arcón de Carrizo

Calvario de Compludo sobre una gran vitrina con báculos y otros objetos

El púlpito, tallado por algún escultor de la órbita de Gaspar Becerra y contemporáneo al retablo mayor y a la sillería del coro, es un prisma octogonal de nogal con ocho tableros tallados con los santos Juan Bautista, Agustín, Toribio, Ambrosio, Domingo de Guzmán, Gregorio Magno, Francisco de Asís y Jerónimo apoyados en un robusto pie de cuatro columnas con cabezas de león.

Púlpito

Tablas de San Antonio Abad

También podéis acceder desde aquí a los artículos dedicados a la Fachada occidental de la catedral y al Retablo Mayor de Gaspar Becerra.

Y si queréis ver otros artículos de LEÓN en Viajar con el Arte, podéis hacerlo abriendo este enlace.

Imágenes ajenas:

(6) VV.AA., Camino de Santiago. Guía de los caminos históricos, Junta de Castilla y León, 2010.
(7) RODRÍGUEZ MONTAÑÉS, J. M. y HERNANDO GARRIDO, J. L., Catedral de Astorga. Excursiones Virtuales Culturales. Catedrales de Castilla y León. Material de apoyo al profesorado. s.f.

Fuentes:

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